Palabras del Secretario General de la ONU en el acto del quinto aniversario del Acuerdo de Paz de Colombia

24 Nov 2021

Palabras del Secretario General de la ONU en el acto del quinto aniversario del Acuerdo de Paz de Colombia


Querido amigo Presidente Iván Duque, 
 
Queridas y queridos protagonistas del proceso de paz, 
 
Protagonistas de los Acuerdos de Paz y protagonistas de su implementación. 
 
Juntos en la construcción de un futuro de paz para Colombia, 
 
Amigas y amigos todos: 
 
En un mundo de divisiones geopolíticas, guerras interminables y multiplicación de conflictos, Colombia envía un mensaje claro: es hora de invertir en la paz. 
 
Es un gran honor para mí poder unirme a ustedes en la conmemoración de este hito importante en el camino de Colombia hacia la consolidación de la paz.  
 
La firma del Acuerdo Final de Paz – hoy hace cinco años – generó esperanza e inspiración en Colombia y en toda la comunidad internacional.  
 
En un mundo marcado por conflictos, muchos de ellos sin un final a la vista, un acuerdo de paz negociado para poner fin a un conflicto que muchos creían sin solución es algo único y sumamente valioso.    
 
Este aniversario brinda una oportunidad para celebrar logros de la implementación del Acuerdo Final de Paz, reconocer los desafíos que enfrenta y renovar nuestro compromiso colectivo para hacer realidad su promesa de construir una paz estable y duradera.  
 
Después de más de cinco décadas de conflicto, y conscientes del sufrimiento que causó y que tuvimos oportunidad de reconocer hoy aquí, tenemos la obligación moral de garantizar que este proceso de paz tenga éxito.  
 
El Acuerdo Final de Paz no solo buscaba silenciar las armas.  
 
También estableció una hoja de ruta destinada a transformar las causas profundas del conflicto y comenzar a curar las heridas, para que las atrocidades cometidas por todas partes no vuelvan a ocurrir.  
 
El Acuerdo, en el que las mujeres han desempeñado un papel sin precedentes, contiene innovaciones claves para la construcción de la paz. 
 
Sobresalen, el establecimiento de un mecanismo tripartito que verificó el cese al fuego bilateral y definitivo.  
 
La creación de un sistema de justicia transicional que tiene como objetivo la justicia para las víctimas y los supervivientes, así como garantizar una paz duradera. 
 
Y la inclusión de disposiciones de género, de amplio alcance, que reconocen el impacto del conflicto en las mujeres y su papel fundamental en la construcción de la paz.  
 
Asimismo, el Acuerdo exige un enfoque diferenciado para las comunidades indígenas y afrocolombianas del país, que integran más del 90% de las personas desplazadas por el conflicto.  


 
Queridas amigas y amigos: 
 
Al hacer hoy balance, podemos afirmar con confianza que la implementación del proceso de paz esta echando raíces profundas. 
 
El quinto aniversario es un testimonio del compromiso de las partes, pero también de las instituciones del Estado y de la vibrante sociedad civil colombiana, enfrentando todas las dificultades incluyendo la raíz de la pandemia de COVID-19.  
 
El respaldo firme de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional que hacemos con humildad también tuvo un aporte con su contribución, pero esto es una victoria del pueblo colombiano y de las instituciones colombianas. 
 
Los logros son innegables.  
 
Colombia debe estar orgullosa de ellos.  
 
Una guerrilla que durante medio siglo estuvo alzada en armas, hoy, convertida en partido político, que presenta pacíficamente sus argumentos en el Congreso.  
 
La gran mayoría de quienes fueron excombatientes, unos trece mil, se esfuerzan admirablemente por construir nuevas vidas en paz.  
 
Al visitar Antioquia ayer, fui testigo de su determinación ante la adversidad y la incertidumbre.  
 
También fui testigo de cómo, con la acción y el apoyo del Gobierno, la expansión de los programas de protección social y de desarrollo diseñados localmente están trayendo dividendos de paz a las comunidades afectadas por el conflicto.  
 
Garantizar la sostenibilidad de estos esfuerzos será fundamental en el futuro.  
 
Me alienta, también, que Colombia está dando pasos para enfrentar su doloroso pasado.  
 
Quiero reconocer el progreso de la justicia transicional.  
 
Hemos visto imputaciones históricas por crímenes de guerra y reconocimientos de responsabilidad sin precedentes.   
 
Hemos visto encuentros emotivos que unen a víctimas y responsables. 
 
Y hemos visto cómo familias salen por fin de la incertidumbre sobre la suerte de sus seres queridos desaparecidos.  
 
La Jurisdicción Especial para la Paz, la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas merecen nuestra admiración y solidaridad; y la plena cooperación de todos. Las tres entidades son indispensables para que haya verdad, justicia, reparación y no repetición y con las víctimas siempre en el centro de todo el proceso. 
 
Agradecemos la confianza depositada en las Naciones Unidas para seguir acompañando esta construcción de la paz, a través de la Misión de Verificación, cuyo mandato ha sido recientemente ampliado por el Consejo de Seguridad de la ONU, y por los esfuerzos complementarios del Equipo de País. 
 

Queridas amigas y amigos: 
 
Seamos también claros sobre los riesgos para la paz.  
 
Las comunidades étnicas y las mujeres y las niñas son siempre especialmente afectadas.  
 
La violencia de los grupos armados en conexión con el narcotráfico, con las amenazas y asesinatos de excombatientes, líderes sociales y defensores de derechos humanos, con frecuencia mujeres y poblaciones indígenas; el desplazamiento y confinamiento; la violencia contra las mujeres y la violencia sexual; el reclutamiento de niños: todo ello contraviene la paz.  
 
Cada muerte es en sí misma una tragedia.  
 
Cada muerte envía un mensaje devastador a estas comunidades que aún esperan las promesas del Acuerdo.  
 
Pero no es tarde para revertir esta tendencia, centrando todos los esfuerzos, y quiero rendir homenaje a las fuerzas de seguridad que pude constatar ayer, en su acción, concentrando esfuerzos en los lugares donde la violencia es más intensa.  
 
Me da confianza la determinación expresa del señor presidente de que se debe de implementar en su totalidad las disposiciones de seguridad del Acuerdo, al igual que todos los capítulos sobre reforma rural y solución al problema del tráfico ilícito de drogas y toda la complejidad que viene de la implementación del Acuerdo de Paz. 
 
La solución central a largo plazo radica en una expansión integral del Estado que traiga consigo gobernanza y oportunidades de desarrollo a todo el territorio.  
 
Las elecciones celebradas tras la firma del Acuerdo fueron las más pacíficas y participativas en décadas.  
 
Estoy seguro que estas condiciones se van a mantener durante el próximo ciclo electoral que incluye nuevas oportunidades de participación para la juventud y las regiones más afectadas por el conflicto.  
 

Queridas amigas y amigos: 
 
Como reconoció el propio Acuerdo de Paz, transformaciones de esta magnitud llevarán tiempo.  
 
Aún quedan diez años de lo inicialmente planificado.  
 
Los desafíos son parte de los procesos de paz.  
 
Y para superarlos, es necesario continuar trabajando con un propósito común.  
 
Hay muchos temas sobre los cuales se puede y debe estar en desacuerdo en una democracia, pero la paz ya no debe ser uno de ellos. 
 
Yo estoy seguro que Colombia se mantendrá en este camino de construcción de paz y persistirá en la superación de los desafíos.  
 
Señor Presidente, queridas amigas y amigos. Confío en vuestro compromiso con el Acuerdo de Paz, y reafirmo el pleno apoyo de las Naciones Unidas. 
 
Muchas gracias.  

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