Hace unos años, cuando se mencionaba a San Vicente del Caguán, era inevitable que los colombianos tuvieran una expresión de miedo. Escritores y periodistas se han adentrado en este territorio para contar historias sobre ese lugar prohibido y secreto, al que solo entraban esos que sabían el enorme riesgo que corrían, y que no sabían a ciencia cierta si algún día saldrían de allí.

Hoy esos miedos van quedando en el pasado, y la que fuera una “zona roja” se está convirtiendo en un potencial para el turismo ecológico y sostenible. Son precisamente los excombatientes quienes están detrás de una de estas iniciativas turísticas, que ellos mismos ven como una forma de emprender un camino nuevo en la vida civil.

Ahora nuestro tema es la paz

María de los Ángeles dice que ya no quiere hablar de guerra, ahora solo le interesa hablar de paz. Tanto ella como los otros miembros del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Miravalle, en San Vicente del Caguán, se han cansado de esconderse y hoy, gracias a la gran belleza natural del Valle del Río Pato, donde se encuentra el ETCR, han encontrado una nueva oportunidad.

“Uno de nuestros proyectos productivos es el turismo comunitario, que consiste en realizar un recorrido por el río Pato, que es un remanente de memoria histórica”, cuenta María de los Ángeles Vargas, una de las mujeres del ETCR Miravalle, donde los miembros de FARC impulsan esta iniciativa, que busca involucrar también a las comunidades de las veredas aledañas.

Foto: Laura Santamaría / Misión de Verificación de la ONU en Colombia. 

El proyecto de turismo comunitario del ETCR Miravalle busca ofrecer senderismo, rafting y servicios de alimentación con productos cosechados en el mismo ETCR. Hoy en día ya cuentan con tres botes para los recorridos, personal que está siendo capacitado por el SENA; así como con el nombre Caguán Expeditions, -la unidad productiva en la que se enmarcará el proyecto-, y el diseño preliminar de algunas rutas en el histórico río Pato, para realizar los recorridos. Así, buscan que colombianos y extranjeros, además de conocer de primera mano uno de los lugares más emblemáticos del conflicto colombiano, también disfruten de las vistas, la fauna y la flora del Valle del Río Pato, un hermoso territorio natural del sur de Colombia.

Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

“La idea es que vean que nosotros nos estamos reincorporando a la sociedad, que compartan con nosotros y que la gente disfrute de todo lo que significan todas estas montañas, el verde, esta riqueza… la hemos preservado durante la guerra, la idea es que la podamos preservar, y que la gente la pueda disfrutar ahora en la paz”, dice María de los Ángeles, quien además ve la iniciativa como un potencial de diálogo y reencuentro con la sociedad.

Cambios que ya se ven

Y es que el proceso de paz ha conllevado a que los turistas empiecen a interesarse en el Caquetá y que el sector empiece a ganar impulso. Según datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, entre el 2016 y el 2017, ha habido un incremento del 24% en el número de extranjeros que visitan el departamento, mientras que el número de hoteles ha aumentado en un 7%[1]. Así lo confirma Jhon Pinzón, director del proyecto Caquetá Aventurístico y desarrollador del portal Caqueta.travel, quien afirma que “ha mejorado el número de viajeros. Ahora vienen personas de México, Estados Unidos, Inglaterra, Canadá… incluso hay muchos colombianos que están viviendo por primera vez”.

Según Jhon, el proceso de paz no solo ha permitido que los turistas se quiten el miedo de visitar el Caquetá y sus escenarios naturales, sino que también ha ayudado a que las entidades gubernamentales que manejan el sector, así como las aerolíneas y la empresa privada hayan puesto sus ojos sobre el departamento. Muestra de ello es que la aerolínea Satena decidió reanudar los vuelos a San Vicente del Caguán, luego de varios años de no operar en este municipio como resultado de la difícil situación de orden público. En enero el aeropuerto se reinauguró: ahora hay dos frecuencias semanales y, según Juan Carlos Rojas, presidente de la Cámara del Comercio del Caquetá, ya se están iniciando negociaciones con otras aerolíneas que quieren ingresar al departamento.

Para el gerente de la Cámara de Comercio, el sector del turismo es al que más le están apostando los empresarios en el departamento del Caquetá, pues después de la firma del Acuerdo de Paz de La Habana, es el que más se ha reactivado, y con ello se ha logrado dinamizar la economía del departamento:

“Con el aumento del turismo se han beneficiado los operadores turísticos, las empresas de transporte, el sector hotelero, los restaurantes…y ha permitido que el departamento del Caquetá se dé a conocer tanto a nivel nacional como internacional”, afirmó, y añadió que la Cámara de Comercio está dispuesta a capacitar a las personas en proceso de reincorporación para certificarlos como operadores y guías turísticos.

Es así como el proyecto de Miravalle, junto con la gran cantidad de nacientes iniciativas de turismo sostenible en el departamento, encuentran en este momento histórico una oportunidad de emprendimiento.

Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Ríos de reconciliación

Liber Romero trabaja como instructor de rafting en el proyecto de turismo comunitario del ETCR Miravalle, en el marco del programa SENA Emprende Rural. Para él, el proceso de paz ha permitido que Caquetá empiece a mostrarse como un destino turístico y que el departamento encuentre una oportunidad de desarrollo económico sostenible y sustentable. Y también ha generado un cambio en él.

Liber Romero, instructor del SENA. Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Liber dice que no creía en el proceso de paz, lo veía como una farsa, pero ahora lo ve como una forma de crear oportunidades y generar desarrollo en un departamento que despierta a una nueva etapa de su historia. Ahora está entrenando a miembros de FARC del ETCR Miravalle como guías de rafting, rappel y agroturismo y, dice, es él quien más ha aprendido de compartir con personas que antes solo consideraba como monstruos. Gracias a tener la oportunidad de formar a excombatientes, ha logrado perdonar, y ver el potencial de seres humanos que buscan con ansia una nueva oportunidad: 

“Siento que todo lo que he hecho me trajo a esto. He podido ver otra cara de este país, y entender que ellos son seres humanos que han cambiado el miedo por adrenalina y el fusil por un remo… han cambiado el poder de quitar una vida por el poder de cuidarla”, dice.

Como las aguas del río Pato, que corren caudalosas por medio del valle, hoy la paz va trazando su camino de transformación en esta zona cargada de memoria, de sueños y de historias por contar. Y el río por el que alguna vez escaparon campesinos de las bombas, hoy se convierte en el lecho de un nuevo comienzo, que ya no es de los fusiles detrás de las piedras, sino el del remo que se mueve con la adrenalina del recorrido.

Foto: Laura Santamaría / Misión de Verificación de la ONU en Colombia. 

Y son María de los Ángeles, Liber y muchos otros quienes construyen paz desde sus territorios, su trabajo en el día a día, quienes van cambiando paradigmas mientras conservan la memoria, y mientras se unen quienes antes eran opuestos. Son estos nombres quienes van logrando que lugares como San Vicente del Caguán ya no sean zonas rojas por la sangre, sino que ahora lo sean por la energía que nace y se transforma en medio de sus escenarios naturales.

Foto: Laura Santamaría / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.