Jaisan, la tienda araucana de la libertad

21 Ago 2019

Jaisan, la tienda araucana de la libertad

Jairo y Sandra son una pareja de emprendedores araucanos que llevan siete años de relación sentimental. Ella ya se graduó como técnica en enfermería y él valida el bachillerato tras haber dejado la guerra como excombatiente de las Farc.

Al recorrer las polvorientas calles de la ciudad de Arauca se puede encontrar en uno de sus caminos la tienda Jaisan. Así le llamaron porque son las iniciales de sus nombres, esperan que crezca para llegar a ser un supermercado y con este emprendimiento esperan seguir construyendo su hogar. Jairo pudo estudiar un curso de economía solidaria y comunitaria con la gestión de la Agencia para la Reconciliación y la Normalización (ARN) en la Universidad Cooperativa de Colombia lo que le permitió estructurar la tienda.

Jairo inició su proceso de reincorporación en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Filipinas en el municipio de Arauquita en 2017. “Cuando nos dijeron que ya podíamos salir del ETCR yo me vine a Arauca, yo tenía claro que quería hacer una familia para mi futuro”, dice Jairo, señalando que al entregar su arma y capacitarse sobre la implementación del acuerdo de paz, sabía que su ruta de reincorporación iba a ser individual. 

Hablaban de los proyectos productivos colectivos o individuales. Yo siempre pensé en hacerlo individual para que no manejaran mis intereses, lo más bonito es ser independiente para trabajar por la nueva vida”, agrega.

 

 

 

 

 



Iniciar una actividad productiva en la sociedad civil después de haber estado 19 años en la guerra es una tarea que demanda sacrificios. “A mí no me da pena decirlo, duermo en el piso, no tengo cocina, ni cuarto, ni baño. Yo lo que quiero es que la tienda crezca y que en dos años pueda tener un supermercado, ese es mi sueño. Me falta construir la pieza para dormir, pero ya tengo los materiales para seguir ampliando el negocio”.

En un espacio de cuatro metros cuadrados guarda materiales de construcción, cemento, palustres y vigas. Ahí mismo pone una colchoneta en la que duerme con Sandra. Saben ellos que si la tienda logra vender lo que necesitan habrá tiempo para terminar de construir su habitación.

Jairo y Sandra tienen problemas como cualquier pareja, pero entienden que la juventud, 33 y 27 años, respectivamente, les permite sacrificarse para que su tienda pueda dejar ganancias para reinvertir y disfrutar en libertad. “Estuve 19 años en la guerra, ahora me siento libre, esto es una mejor vida. Lo más importante es formar un hogar, al menos tener la posibilidad de ir a comerse un helado, o un paseo al río, sin tener que pedirle permiso a nadie, la libertad no tiene precio”, dice Jairo visiblemente emocionado.

Las heridas de la guerra quedan en el cuerpo y en la mente, Jairo sufre de discapacidad parcial en una de sus piernas, entre otras heridas. “En un bombardeo perdí los dedos de la mano, no tengo vista por un ojo por las esquirlas que me cayeron y quedé con una incapacidad en las piernas”.

Las personas cercanas le preguntan sobre la guerra y sobre su vida ahora y él resume de manera sencilla pero significativa lo que siente: “En la guerra cuando escuchaba un avión me temblaba el cuerpo porque esperaba el bombardeo, ahora cuando pasan por acá me encanta salir a mirarlos”.

Hoy los vecinos de la tienda Jaisan acuden de manera masiva para comprar unos buenos huevos para el desayuno, pan y pastas para la comida, y destacan que lo mejor de la tienda es la atención de sus propietarios.


Diego Morales 
Oficial de Información Pública, Regional Cúcuta
Misión de Verificación de la ONU en Colombia