Jaidukamá: La restitución de la tierra que la guerra arrebató
El resguardo indígena Jaidukamá, del pueblo Embera Eyábida, en Ituango, Antioquia, recibió, en un acto simbólico, más de 2.000 hectáreas gracias a un histórico fallo.
Durante un acto simbólico en el teatro del Museo de la Memoria de Ituango, en el norte de Antioquia, realizado el 10 de julio, la Unidad de Restitución de Tierras (URT), dando cumplimiento a un fallo judicial, restituyó oficialmente más de 2.000 hectáreas a 407 integrantes de 99 familias del resguardo indígena Jaidukamá, del pueblo indígena Embera Eyábida.

Jaidukamá significa ‘Hombres de la montaña’ o ‘La montaña de los espíritus’. Este resguardo indígena se encuentra en lo más alto del nudo Paramillo, en el corregimiento La Granja, a 11 horas en mula de la cabecera municipal de Ituango. Sus habitantes casi siempre visten de rojo y lucen un traje largo que a la vez puede servirles de manta. En sus cabezas llevan una corona hecha de palma y adornada con cintas de colores que denominan ‘chindao’. Sus narices también las pintan de rojo.

Durante los últimos 25 años, este pueblo indígena ha padecido el conflicto armado y ha sido afectado por desplazamientos, confinamientos, amenazas, reclutamiento forzado y minas antipersonal, entre otros hechos.
El fallo judicial que ordenó la restitución de tierras fue emitido el pasado 30 de abril por el Juzgado Segundo Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Antioquia. La URT, en cumplimiento de esa decisión, lideró procesos de socialización, reconocimiento del daño, acompañamiento psicosocial y acciones de retorno con enfoque diferencial étnico.
Hoy, la justicia exige que puedan vivir en paz en su tierra con sus saberes tradicionales, su lengua y sus rituales. Sin embargo, no será una tarea fácil: parte del territorio sigue afectado por minas antipersonal.
En el más reciente informe sobre la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, que abarca el período comprendido entre el 27 de marzo y el 26 de junio de 2025, se resaltó que el juzgado especializado en restitución de tierras de Antioquia ordenara esta acción al pueblo Embera, comunidad priorizada en el Capítulo Étnico del Acuerdo de Paz para el programa de desminado humanitario.
Además, en el informe se alerta sobre la presencia de minas antipersonal en el territorio: “La sentencia reconoció la presencia de minas antipersonal y municiones sin detonar en el resguardo, lo que podría poner en peligro el retorno seguro de la comunidad a las tierras restituidas. Los líderes indígenas han pedido constantemente que se intensifiquen los esfuerzos de desminado, ya que las minas siguen obstaculizando la construcción de la paz en los territorios étnicos”, enfatizó el informe del Secretario General de la ONU.
“Estamos tejiendo la palabra en los territorios. Acompañando a las comunidades en su proceso de proteger la vida y la cultura. Esta comunidad ha luchado durante muchísimo tiempo por este día. Han enfrentado minas antipersonal, confinamiento, desplazamiento forzado, reclutamiento, ataques y amenazas. Pero, aún enfrentando todo eso, siempre han reivindicado sus derechos a esta tierra”, explicó Richard Clarke, jefe adjunto de la oficina regional en Medellín de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Proteger la vida en la montaña
El acto de restitución de tierras al resguardo Jaidukamá fue acompañado por rituales de armonización, cantos, danzas y palabras de hombres y mujeres Embera Eyábida. Los acompañaron delegados de la Unidad de Restitución de Tierras, la Unidad de Víctimas, el Congreso de la República, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación, la Gobernación de Antioquia, la Alcaldía de Ituango y la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

“Queremos que haya seguridad, que no haya más minas ni más conflicto. Que podamos disfrutar de nuestras tierras y conservar nuestra identidad”, dijo Leonardo Domicó, uno de los líderes del resguardo. Detrás de él, la comunidad entera lo acompañaba con sus atuendos tradicionales y su dignidad intacta.
“Es la protección de nuestras raíces, nuestra dignidad, nuestra identidad y nuestra madre tierra”, expresó Luciano Domicó, médico tradicional que se encargó de los rituales simbólicos de la ceremonia de restitución de tierras.
El mayor Giovani Yule, director de la URT, resumió el acto en una frase: “Pensamos que estamos cumpliendo la misión: restituir los espacios de vida, los territorios sagrados de nuestros hermanos Embera. La paz también se construye desde allí, desde la garantía de los derechos ancestrales”.

Para Claudia Vallejo, directora en Antioquia de la Unidad de Víctimas, es un paso fundamental en la reivindicación de los derechos territoriales de los pueblos indígenas en Colombia y un ejemplo del compromiso del Estado con la reparación integral a las comunidades históricamente vulneradas. “Este hecho no solo significa que se les devuelva su tierra, si no que se les brinde garantías de vivir en paz, al ser declarado el pueblo Jaidukamá como sujeto de reparación colectiva por el Estado”, indicó la funcionaria.
Hoy, los Embera Eyábida no solo recuperaron su tierra; recuperaron su nombre, su voz y su memoria. El gobernador indígena John Ángel Domicó solo hizo una petición: “Que haya paz, sin problemas”.

Por Elizabeth Yarce
Oficial de Comunicaciones Estratégicas en la Oficina Regional Medellín
Misión de Verificación de la ONU en Colombia