Mujeres del Urabá y bajo Atrato contaron sus experiencias en el posconflicto para construir memoria

10 Dic 2019

Mujeres del Urabá y bajo Atrato contaron sus experiencias en el posconflicto para construir memoria


Más de 40 mujeres excombatientes y lideresas sociales se encontraron el 7 y 8 de diciembre en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Brisas, en Carmen del Darién, para hablar de sus experiencias de vida en el posconflicto. Fueron momentos cargados de sentimientos de tristeza, alegrías e ilusiones de vivir en un país libre de conflicto.
 

A Claudia Motato no le duele haber sido guerrillera, lo que le duele profundamente es que por las decisiones que tomó en su pasado, no tuvo el tiempo para criar a sus hijas.  Su vida, como la vida de otras mujeres que han sufrido el conflicto armado desde diferentes orillas, tiene elementos de dolor, persistencia y resiliencia.

Cuenta Claudia durante el ‘Encuentro de mujeres lideresas, excombatientes y reincorporadas a la vida civil de Urabá-bajo Atrato’, realizado en el antiguo ETCR de Brisas, Carmen del Darién- Chocó, que estuvo en la cárcel por rebelión y que, gracias al Acuerdo de Paz, hoy ha podido recuperar lentamente la confianza de sus tres hijas. Claudia está agradecida por seguir con vida, tener un empleo estable y tener la oportunidad de participar en espacios de reflexión como éste, donde se busca hablar de la verdad, o al menos, tratar de descubrirla.

Historias como ésta, de dificultades y resiliencia de las mujeres en el antiguo ETCR, motivaron a la Misión de Verificación de la ONU a promover un espacio donde diferentes grupos de mujeres pudieran conocerse y reconocerse, así como diagnosticar riesgos para su seguridad e identificar acciones de autoprotección y cuidado. Es el primer encuentro de este tipo que se realiza en el Urabá y bajo Atrato chocoano, y que contó con un significativo apoyo de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), el Instituto Kroc, Acción Cultural Popular y COMUNAGRO.

Las más de 40 participantes llegaron desde Mutatá, Dabeiba, Apartadó, Riosucio y Jiguamiandó. Sin embargo, “muchas mujeres cancelaron a última hora por miedo a viajar al antiguo ETCR, lo cual, reafirma la vulnerabilidad de las mujeres frente a violencias que limitan, incluso, su participación en espacios destinados a dialogar sobre su autoprotección y cuidado,” como cuenta Isabel Kawka, oficial de verificación de la Misión de la ONU en Apartadó.

La comisionada para el Esclarecimiento de la Verdad, Ángela Salazar, y dos funcionarias orientaron la primera sesión en la cual, las mujeres participantes: víctimas, excombatientes del antiguo EPL, FARC-EP y lideresas sociales, contaron historias sobre cómo están viviendo el posconflicto y cómo han enfrentado la estigmatización. También sobre su vida comunitaria y participación social en los territorios, cómo se han capacitado sobre la igualdad de género y sobre sus proyectos económicos. En el ejercicio, cada una de las mujeres compartió elementos personales de su vida en un ritual que invitaba a la reflexión.  

Noemi Durango, lideresa de Dabeiba, no pudo contener la tristeza mientras ponía en el suelo un poncho con el que se ha secado las lágrimas derramadas por sus familiares desaparecidos hace 23 años. Yancy Suárez, en proceso de reincorporación, también sollozó al entregar flores por su hermana quien murió en un bombardeo en el bajo Atrato.

Claudia trajo la foto de su nieto, la puso sobre el suelo junto a las flores. Cuando quiso hablar, un sentimiento de profunda tristeza cerró su garganta.  Su nieto la motiva a seguir viviendo, también lo hace por sus hijas y su mamá. Desde su rol de madre y empleada del Estado, Claudia está comprometida con la paz,

“hay gente que no sabe la verdad, nos juzgan por la cantidad de desinformación que hay, pero depende de nosotras demostrarle a la sociedad que somos seres humanos y que nuestro pasado no define nuestro presente, ni nuestro futuro”.

 

 

 

 

 

 

 

El psicólogo de la ARN para el Urabá y Darién, William de Alba, considera estos espacios como una oportunidad para las mujeres de escucharse y consolarse mutuamente. “Las mujeres se apoyan unas a otras, especialmente en los momentos donde la emoción se desborda en niveles altos, y es aquí donde se debe hacer una contención o atención en crisis, por eso estamos aquí, para atender a las mujeres que lo necesiten”.  Al igual que la ARN, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad estuvo preparada para atender cualquier emergencia que se presentara.

En la siguiente sesión del encuentro, Camilo Lara de la ARN propició un espacio de diálogo y aprendizaje sobre mecanismos de auto protección y auto cuidado para las mujeres.

“Estos entrenamientos son muy importantes para que las mujeres tengan las herramientas suficientes para identificar acciones que las alertan sobre tipos de violencias física, psicológica, económica y política, acciones preventivas y rutas de atención. Sobre todo, para las mujeres que ejercen un tipo de liderazgo o vocería en sus comunidades.”

 

 

 

 

 

 

 

 




Una de las participantes es María Alicia Murillo. Años atrás tuvo que salir del país por las amenazas de grupos armados en el Urabá; veían en ella un obstáculo por la fuerza que tomaba el movimiento organizativo de mujeres que dirigía.  Cuando regresó al país en el 2014, retomó sus estudios universitarios y actualmente trabaja con grupos de mujeres que, como ella, sufrieron un desarraigo del territorio y de su idiosincrasia. María Alicia aprovechó el encuentro para aconsejar a las participantes. “Estudien compañeras, porque en los espacios de participación donde estamos presentes, especialmente políticos, estamos por nuestra preparación académica. Sin educación, es muy difícil que podamos exigir la garantía de nuestros derechos”.

En otra sesión del encuentro, las mujeres hablaron de sus éxitos, de los proyectos a los cuales se dedican y sobre el trabajo que realizan desde sus comunidades en la construcción de la paz y la reconciliación. 

Aurora Pulgarín de Apartadó piensa que el encuentro fue muy enriquecedor, “conocer a otras mujeres desmovilizadas, compartir las experiencias del proceso de transición a una vida civil en diferentes épocas del conflicto, como ejemplo, el volver a ver a la familia y ser parte de una comunidad; son procesos diferentes en cada una de las mujeres, pero con aspectos similares. Todas seguimos trabajando por defender nuestros derechos e ideales”.

Ángela Salazar agradeció que el espacio sirviera para hablar de verdad de ‘verdad’, a través del esclarecimiento, el reconocimiento, la convivencia y la no repetición, que son los planteamientos de la CEV para transformar el país, de una historia del conflicto a una historia de perdón.

Para el cierre del evento se realizó una ‘sembratón’ de numerosas plantas y arbustos en el vivero Selvita.  El vivero es una iniciativa que nació del Comité de género del antiguo ETCR para fomentar la educación y el amor a la naturaleza. Estas plantas y arbustos representan la semilla de una relación entre las mujeres, que nació gracias a este encuentro y que, sin conocerse previamente, compartieron sus historias desde la solidaridad del género.

Al caer la noche, las participantes y comunidad del ETCR se congregaron en el teatro, a orillas del río Curvaradó, en un último ritual cargado de emoción donde encendieron velas por las mujeres, por las personas que ya no están, por los que no tienen voz para defenderse, por quienes viven, por sus familias, por el perdón, por el amor, y, sobre todo por la paz de Colombia.

 

Melissa Jaimes Ochoa
Oficial de Información Pública
Misión de Verificación de la ONU, oficina regional Quibdó