Mandé se la juega por la paz
‘Juguemos por la Paz’ trae a Mandé la oportunidad de aprender del diálogo como la principal herramienta de sana convivencia y construcción de comunidad.
Son dos montañas las que acogen y abrazan el corregimiento de Mandé, Antioquia. Se pueden apreciar luego de un día “a lomo e’ mula” desde Urrao o durante el aterrizaje a bordo de un helicóptero, no existe otra manera de acceder al lugar.
Entre sus dos montañas se encuentran viviendas hechas en madera pintadas de una gran variedad de colores, una cancha de fútbol con las medidas reglamentarias donde se juega un clásico cada domingo, un brazo del río Penderisco que sirve para bañarse, lavar ropa y divertirse con la corriente, un parque que nunca está inhabitado, dos únicos puntos de internet y una comunidad que apuesta por la paz en cada paso que da.
La zona que alguna vez fue centro del conflicto, hoy se ensordece con risas y gritos de emoción protagonizados por los más de 500 niños y niñas que habitan Mandé. ‘Juguemos por la Paz’, promovido por ‘La Alianza por Mandé’ a través de la Universidad de Antioquia, es un proyecto que busca construir tejidos sociales, especialmente los fracturados en el conflicto, desde el juego.
“Durante el juego o la práctica de un deporte se posibilita como una mini sociedad en el terreno. Cuando estamos en el campo debemos de ir en medio de la diversidad, pero entre el juego nos adaptamos a las mismas reglas, a una misma dinámica, se nos olvida todo y jugamos”, comenta Paola Acevedo, facilitadora del proyecto y miembro de la Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia.
Para esta oportunidad, el juego que se tomó la arena fue ‘Yeimi’, cuyo propósito es que un equipo construya una torre de 13 monedas evitando, con escudos, ser ponchado por el otro. Para jugarlo los niños, niñas y jóvenes emprenden la búsqueda de una mata de plátano que ya se haya caído y la van pelando hasta llegar al centro y tener una especie de cilindro que posteriormente se convertirá en las monedas que construirán la torre.
Luego, se busca un balón y todo lo que pueda servir de escudo: remos, tapas de hoya, pedazos de teja, tapas de canecas, etc. Desde ese momento el trabajo en equipo comienza a ser protagonista a la hora de lograr un objetivo común. A partir de allí comienza el juego y los niños, niñas y jóvenes de Mandé corren sin parar ignorando con facilidad los más de 30 grados de temperatura y los 85% de humedad que se mantiene a lo largo del día.
“El reconocimiento de esa práctica es muy valioso como patrimonio lúdico, de inclusión y organización comunitaria”, comenta Paola luego de casi tres horas de juego. Por su parte, Berly Quejada, madre y habitante de Mandé, comenta: “para mí es importante que los niños jueguen, porque a través del juego los niños aprenden a convivir, aprenden a compartir y aprenden a comunicarse”.
La tensión crece para aquel que es escogido como el encargado de construir la torre mientras los demás miembros del equipo le cubren con sus escudos, pero por fortuna es una tensión pasajera, pues Mandé ahora es un territorio donde niños y niñas pueden jugar, estudiar y hasta vivir nuevas aventuras mediadas por la tecnología, como lo fue la exposición de Caminos de Colombia, la experiencia que permite conocer las historias de la implementación del Acuerdo de Paz desde la óptica de sus protagonistas en un formato inmersivo llamado Realidad Virtual.
Finalizados los videos y posterior a las risas surgió una inquietud generalizada: “¿y cuándo contarán nuestra historia?”, un cuestionamiento apenas justo considerando que, en palabras de Juan Ángel Cuesta, firmante de paz, “si no fuera por el Acuerdo de Paz, el mundo no sabría que Mandé está en el mapa”.
No es solo un juego
Sin alejarse de la realidad y muy cerca de donde se podían vivir la experiencia de Caminos de Colombia, se encontraban reunidos 38 personas, entre ellos y ellas 27 firmantes de paz, aprendiendo sobre siembra de cacao y caña. El proyecto es promovido por la misma alianza a través de la Gobernación de Antioquia y busca garantizar la seguridad alimentaria y generar un ingreso adicional para las personas de la comunidad.
Federico Santos Rentería es firmante de paz, miembro de la cooperativa Coomandé y uno de los miembros más participativos de la capacitación. “Sembramos y la misma tierra nos da la producción para coger aquí mismo y evitarnos comprarlos en el pueblo”, dice Federico haciendo referencia al amplio recorrido que separa a Mandé de Urrao. “Por medio de la paz, ya nos llegan estos recursos”, cierra Federico conmovido y mostrando una sonrisa en su rostro.
Todo lo anterior pasó mientras también visitaban la región personas de la JEP y de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas con el fin de acercar y poner a disposición de la comunidad (entre ellos y ellas 39 personas en proceso de reincorporación de las cuales 4 son mujeres) los servicios del Sistema Integral para la Paz.
Finalmente, Enrique Sánchez, jefe de la Oficina Regional en Medellín de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, añade, “en todos estos proyectos participan tanto excombatientes como miembros de la comunidad, que al final pues fueron también víctimas de la violencia, y están trabajando unidos para sacar la comunidad adelante con proyectos que benefician a todas y todos”.
Por: Santiago Puentes
Oficial de Comunicación Estratégica
Misión de Verificación de la ONU en Colombia