Discurso Carlos Ruiz Massieu Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas y Jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia

16 Sep 2020

Discurso Carlos Ruiz Massieu Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas y Jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia



Palabras Carlos Ruiz Massieu
Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas y Jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, en evento dos años del presidente Iván Duque sobre acciones que apoyan implementación de Acuerdo de Paz.

16 de Septiembre, 2020


Muy buenos días.

Un saludo especial y agradecimiento al presidente Duque por esta invitación. Es especialmente gratificante la participación de los expresidentes, Felipe González y José Mujica, que como notables, desempeñan un papel de suma importancia para dar seguimiento al Acuerdo de Paz.

Nuestra presencia aquí es muestra del esfuerzo colectivo que requiere el proceso de Paz. Sin duda, en primer lugar y más importante del Gobierno y de Farc, pero también de otros actores naciones y de la comunidad internacional.

Es un honor participar en este momento de reflexión, a dos años del Gobierno del Presidente Duque y sobre las acciones que apoyan la implementación del Acuerdo de Paz. Es un momento oportuno para hacer un balance, para proteger lo alcanzado y para afianzar la oportunidad que ofrece el Acuerdo en beneficio de Colombia.

El Acuerdo de Paz, el mismo que puso fin a décadas de conflicto entre el Gobierno y las FARC-EP, suma a otros acumulados que Colombia tiene en materia de consolidación de la paz. La experiencia de Colombia en procesos de paz, afirma su vocación de resolver los conflictos a través de la negociación y las soluciones pacíficas. Desde Naciones Unidas siempre privilegiamos el diálogo, y quisiera aprovechar esta oportunidad para reconocer, una vez más, este camino que ha puesto a Colombia como ejemplo en el mundo.

A prácticamente cuatro años de la firma del Acuerdo, tenemos una responsabilidad colectiva de recordar el camino recorrido y sus múltiples resultados positivos.  El Acuerdo es el resultado de un consenso construido entre las partes en conflicto sobre las transformaciones que el país necesita. Una visión común que se ha traducido en voluntad y compromiso para trabajar en la consolidación de la paz.

La voluntad y el compromiso de reducir la confrontación y la violencia, se evidenció, a través del cumplimiento de un cese al fuego bilateral y la dejación de armas de parte de las FARC-EP. Asimismo, de la transformación de esta guerrilla en partido político que hoy participa bajo las reglas de la Constitución y de la Ley del país.  

La voluntad de establecer una arquitectura institucional relativa a la paz, que se traduce no solo en leyes y normas, sino en nuevas entidades que se derivan del Acuerdo. La voluntad de mantener el diálogo y la acción conjunta en la implementación entre las partes signatarias, las instituciones, la ciudadanía y más importante, con las regiones.  

La implementación del Acuerdo de Paz ofrece la oportunidad para llevar beneficios especialmente a los territorios afectados por el conflicto, ya sea dinamizando el desarrollo local, proporcionando justicia y verdad, sustituyendo economías ilícitas o generando mejores condiciones para abrirle paso a la convivencia y la reconciliación.

Aprovecho para hacer un reconocimiento, tanto a Gobierno como a FARC, por mantener su voluntad y compromiso con el Acuerdo de Paz. Las políticas y programas que ha puesto en marcha el Gobierno, como las que se han diseñado para atender la reincorporación de esas miles de personas que dejaron las armas, así como los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, por citar algunos, sin duda contribuirán a lograr esas transformaciones que están esperando las regiones más afectadas por el conflicto.

Asimismo, el compromiso de las cerca de 13,000 personas que se mantienen en el proceso de reincorporación, a pesar de los grandes desafíos en materia de Garantías de Seguridad, es prueba de su apuesta por la no repetición, otro principio consagrado en el Acuerdo. Sin duda, ambas partes continúan mostrando su plena convicción que la implementación del Acuerdo de Paz es el camino a seguir.

Ahora bien, es fundamental también recordar que la implementación de cualquier acuerdo de paz es compleja. Se da en el largo plazo y no está exenta de dificultades o retos. Por fortuna, los resultados mencionados anteriormente son excelentes bases para seguir avanzando. Y, por lo mismo, el compromiso permanente de las partes signatarias, el esfuerzo sostenido en el tiempo, la disponibilidad de recursos y la participación amplia de actores nacionales e internacionales son indispensables para profundizar la implementación del Acuerdo de Paz.

Actualmente, una de las principales dificultades que enfrenta el proceso de paz es la persistencia de la violencia de parte de otros actores armados ilegales y otros grupos criminales en algunas regiones del país. Esta es una preocupación compartida por la sociedad colombiana, por el Gobierno, por Naciones Unidas y la comunidad internacional en general. La afectación de las garantías de seguridad impide desplegar todo el potencial de las comunidades, de las y los excombatientes y las instituciones en la construcción de paz, y por ende retrasa las transformaciones previstas en el Acuerdo, y las expectativas de Paz de las y los colombianos.

Las causas subyacentes de la violencia son la presencia de economías ilícitas y de grupos armados ilegales, limitada presencia institucional y reducidas oportunidades de desarrollo en las regiones más alejadas del país. Así como las comunidades claman desarrollo, piden estrategias para mejorar la protección y seguridad en las regiones, la presencia integral del Estado es necesaria para consolidar la confianza, la gobernabilidad, y el Estado social de derecho. Estoy seguro de que el trabajo coordinado entre las instituciones, comunidades y autoridades locales permitirá enfrentar este desafío.

No me cabe la menor duda de que los avances sobre los que hemos escuchado aquí, contribuyen a materializar la visión de país que tiene la sociedad colombiana, misma que puede enriquecer fortaleciendo la participación de la sociedad civil y de las comunidades en la implementación, con la articulación entre instituciones y a través de la ejecución efectiva de los Acuerdos en los territorios, donde aún esperan las promesas suscritas.

Una de esas promesas es la reconciliación. Honrar a las víctimas y satisfacer sus derechos a la verdad, justicia y reparación, a través del esquema de justicia transicional que prevé el Acuerdo, es camino seguro para el reencuentro.   

Adicionalmente, en este momento de pandemia, y siendo la paz uno de los pilares del Plan de Reactivación Económica anunciado por el Presidente Duque, es clave aprovechar de las ventajas que ofrece la implementación integral del Acuerdo de Paz.

Los dos años que tienen por delante el presidente y su Gobierno, son una oportunidad para reforzar la unidad nacional en torno a la consolidación de la paz, protegiendo lo logrado y construyendo sobre esas bases sólidas, una Colombia distinta, una Colombia mejor.

Nuestra participación en este encuentro reafirma, una vez más, el interés y la disposición de Naciones Unidas para seguir acompañando y apoyando a Colombia en este proceso.


Muchas Gracias.

 

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