Del Fusil al remo: cómo el rafting por el Río Pato está cambiando la vida de los excombatientes

31 Ago 2018

Del Fusil al remo: cómo el rafting por el Río Pato está cambiando la vida de los excombatientes

Duberney llega al río y no disimula su felicidad, con una sonrisa en la cara se prepara para lo que será otra jornada laboral emocionante. Él, que solía ser un explosivista de la Columna Móvil Teófilo Forero de las extintas FARC-EP, y que tantas veces escapó por las aguas del Río Pato, ahora lo visita con su nuevo armamento de trabajo: un remo, un chaleco y un casco.

Foto: Laura Santamaría / Misión de Verificación de la ONU en Colombia

Son las tres de la tarde y un grupo de cerca de 20 personas estamos a punto de vivir la que será una experiencia única e inolvidable: hacer rafting con un grupo de excombatientes por el río que hasta hace unos años solo conoció las balas y el sonido de las bombas. Duberney baja con el grupo y apenas toca el agua salta como un niño, sin poder ocultar la emoción que le produce ser el guía el día de hoy.

Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

El Río Pato nos recibe con su rápida y poderosa corriente, rodeado de una selva verde y espesa que recorren pájaros de todos los colores y que hacen las veces de testigos del momento. La fuerza del agua contagia a Duberney y a los otros cinco guías, todos excombatientes de la otrora Columna Móvil Teófilo Forero.

Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Uno tras otro, salen los tres botes sobre el río como si fuera una pasarela, y el remanso del comienzo pronto se ve disipado por los saltos y chapuzones que deja el paso por los rápidos que sorteamos. Principiantes, entre la adrenalina, la emoción y los gritos de felicidad: “Adelante”, “duro adelante”, izquierda”, “arriba los remos”, gritan los excombatientes que nos guían y que, paradójicamente, hoy son los responsables de nuestra supervivencia. Duberney se hace dueño del río, mientras las guacamayas acompañan nuestro camino.

Foto: Laura Santamaría / Misión de Verificación de la ONU en Colombia

Entre olas, risas y saltos, recorremos seis kilómetros de uno de los ríos más inexplorados y emblemáticos de la historia de Colombia. Cuando nos bajamos del bote, empapados, pero felices, nos damos un abrazo entre todos, sin terminar de creer todavía la experiencia que acabamos de vivir.

“Todo ha salido muy bien.

Estoy muy contento porque esto se ha vuelto mi apuesta. El rafting para mí es mucho más que un deporte, me ha enseñado sobre disciplina y amor a la naturaleza… Yo invito a la gente a que venga y conozca Miravalle, para que sientan lo que yo siento al andar por el río”, me dice Duberney, mientras seca su cara sonriente luego de terminar el recorrido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cómo va el proyecto

Desde diciembre de 2017 cuando entrevistamos a María de los Ángeles, la coordinadora de Caguán Expeditions, el proyecto ecoturístico de Miravalle ha avanzado progresivamente. Ya cuenta con seis excombatientes capacitados para ser guías y han recibido visita de algunas personas que quieren conocer de cerca el proyecto. También se han adecuado casas con camas para alojar a 30 personas y se está finalizando la construcción de un restaurante bioclimático en donde los turistas podrán disfrutar los platos de la región. En este momento se encuentran adelantando procesos de certificación de calidad y capacitación con el Viceministerio de Turismo, para poder abrir la oferta al público general.

Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

La Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia, en aras de impulsar el proyecto, ha facilitado que personas relacionadas con el mundo del rafting y el turismo visiten Miravalle, y articulen acciones para impulsarlo. Uno de ellos es Rafael Gallo, Presidente Honorario de la Federación Internacional de Rafting, a quien acompañamos para conocer el potencial que tiene el Río Pato para realizar este deporte, y dar recomendaciones a los excombatientes que se entrenan como guías. Para Rafael, esta experiencia tiene la capacidad de reconciliar a los excombatientes y es una muestra del cambio que vive Colombia.

Foto: Laura Santamaría / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

“He estado en diferentes países con diferentes conflictos y siempre he visto que los ríos nos han unido. El rafting ha sido un símbolo de paz, de amistad y de trabajo en equipo…Es lindísimo ver a esta población convencida de que lo que ellos quieren es paz, encontrarme este paraíso que muy poca gente conoce, y ver a estas personas que quieren aprender con una pasión y un corazón ambiental tan grande”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También estuvimos con Miguel Torres, socio fundador de Awake, una agencia de viajes colombiana que impulsa el turismo sostenible, conectando a viajeros con operadores locales en destinos de naturaleza y ecológicos. Para él, el proyecto tiene un gran potencial y está seguro de que la gente se enamorará de la belleza natural y las personas de Miravalle.

“Para mí esta experiencia significó romper las barreras y paradigmas que tenía con respecto a los miembros de FARC, en un entorno de naturaleza espectacular… y creo que las personas de Miravalle tienen todas las condiciones para ser excelentes guías y el lugar para ser un gran destino de naturaleza. Además, creo que muchos viajeros que se van a motivar a conocer Miravalle, aún más sabiendo que están aportando a la reincorporación de los excombatientes”.

 

Reconciliarse gracias a la naturaleza

Al día siguiente del rafting, aún sorprendidos por la experiencia, nos levantamos antes del amanecer para caminar por un sendero que en tiempos de guerra solo conocía de disparos. Con el silencio de las armas, a este lugar han vuelto las aves que son ahora las protagonistas del paisaje. Oropéndolas, guacamayas, y hasta tucanes van acompañando el recorrido que fotografiamos emocionados, mientras los excombatientes nos cuentan los nombres que le ponían a los animales durante la guerra y que ahora se dejan ver fácilmente, ya que se han ido las balas, ojalá para siempre.

“Nosotros le poníamos nombres a los animales, sobre todo a los raros y peligrosos. A una serpiente que es venenosa le decíamos “La Pudridora” y a un mico que es café y tiene el hocico blanco le decíamos "mono bebe leche"…porque parece que hubiera acabado de tomarse un vaso de Leche”, cuenta entre risas Duberney.

Foto: Antanas Jurkšaitis / Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

En Miravalle aprendimos que la naturaleza también tiene el potencial de llevar a la reconciliación. Solo hace falta trabajar en equipo para sortear un río salvaje, escuchar las historias de un excombatiente y compartir una caminata a su lado, para darse cuenta de que son personas con sueños y proyectos de vida como cualquier otra. Solo hace falta ver una sonrisa como la de Duberney para ver que, aunque llevan a cuestas las marcas de un pasado doloroso que les marcó la vida, creen en una nueva oportunidad para sus vidas, en la que ahora pueden reír a carcajadas y mojarse en el agua que, aquí en El Pato, más que en cualquier otra parte, ha llegado para sanarlos a ellos, y a quienes empiezan a visitarlos.

Para conocer más sobre el proyecto ecoturístico Caguán Expeditions, ingrese a la página www.caguanexpeditions.co.

 

Por: Laura Santamaría, Oficial de Información Pública - Regional Florencia
Misión de Verificación de la ONU en Colombia