Las Mujeres del Magdalena Medio

20 Abr 2020

Las Mujeres del Magdalena Medio


El Magdalena Medio es una región geográfica, histórica y cultural cuya identidad está profundamente marcada por dos elementos en su desarrollo: el río Magdalena y la explotación petrolera. Una región fragmentada entre varios departamentos y, aún así, con una población que reconoce su pertenencia a una cultura común. Esta subregión se extiende entre Santander, Antioquia y el sur de Bolívar.

El moderno puente que desde Barrancabermeja permite cruzar el río Magdalena, comunica a Santander con la esquina oriental de Antioquia por el municipio de Yondó. Allí, entre las colinas y los afluentes del río, se llega a las veredas Vietnam, El Tamar y Bocas de San Francisco, donde se instaló un grupo de personas en proceso de reincorporación, desde octubre de 2017, gracias al acuerdo final de paz.

“Después del acuerdo, esta región se ha calmado mucho, pero en los años de la violencia la situación fue muy dura. Tuve que salir de mi casa, dejar todo, cuando regresamos al pueblo no encontramos nuestras cosas, se robaban nuestros animales”, cuenta Carmenza Castillo, sentada a la puerta de su casa en la vereda Vietnam. “Estuvimos muy enfermos, estuvimos a punto de morir porque nos dio paludismo cerebral. Ahora hay mucha tranquilidad, no hay enfrentamientos ni nada de eso, eso es muy bueno”.

Carmenza Castillo, integrante del Comité de Mujeres de las veredas de San Francisco, Tamar y Vietnam.

Carmenza es una de las personas que vieron la llegada de las instituciones del Estado como la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) y de la comunidad internacional a su vereda. Las mujeres decidieron organizarse para participar en las oportunidades que la paz podía traer para ellas y sus familias y dieron el paso adelante para conformar el Comité de Mujeres de las veredas de San Francisco, Tamar y Vietnam. El comité hoy reúne a 30 mujeres, entre las que se encuentran varias reincorporadas, con objetivos claros desde el primer día: asumir un rol de liderazgo en sus comunidades, generar ingresos en una economía comunitaria, y aportar en la reconstrucción del tejido social del territorio.

Es muy lindo aprender de lo que nos pasa en el Comité. Nos hemos integrado y hemos conocido gente nueva. Identificamos nuestras necesidades; acá principalmente lo difícil es la situación económica", dice Carmenza mientras cose uno de los vestidos que le han pedido de la vereda Tamar, ubicada a unos 30 minutos de su casa. Y finaliza expresando que el Comité de Mujeres le ha servido para relacionarse con las personas de su comunidad, que a pesar de estar al lado “era como si no nos conociéramos”.

A este llamado por parte de las mujeres a trabajar por la convivencia y la reconciliación en las comunidades que hoy acogen la reincorporación, respondieron de manera coordinada la Misión de Verificación de las Naciones Unidas y la ARN, con la vista puesta en generar proyectos específicos. Así, gracias a una iniciativa de ARN para la intervención comunitaria en las zonas de reincorporación, ha sido aprobado un proyecto de porcicultura que las participantes del Comité desarrollarán en colectivo para mejorar sus ingresos.

Mongli Yadira ya es abuela y cuando habla irradia alegría, es de esas colombianas que vive con pasión. Una de sus aficiones es el vallenato y también a ella el Comité de Mujeres le ha cambiado la vida.

“Desde niña me ha gustado cantar vallenato romántico, intenté aprender a tocar acordeón, pero no pude y me puse a cantar. Ahora lo hago en el Comité de Mujeres, ahí hemos aprendido muchas cosas, las actividades nos sirven mucho. Conocemos a la gente, nos relacionamos con las mujeres de las otras veredas, para que todas salgamos adelante, son actividades que nos sirven mucho”.

Mongli Yadira, integrante del Comité de Mujeres de las veredas de San Francisco, Tamar y Vietnam.

Mongli cuenta que uno de los temas que se trata en el Comité es la violencia basada en género. “A mi no me ha pasado, ya tengo muchos años, pero no me deja de sorprender esa realidad. Conocer las historias de otras mujeres verracas es fascinante, ellas que han salido adelante, eso me encanta. La mujer ya no está para cocinar y ya, acá estamos para empoderarnos”.

“Uno ve a las mujeres de la ONU y quisiera ser como ellas, para salir a otros países y empoderar a otras mujeres, ellas no se quedan viendo novelas en la casa”, dice Mongli.

Las funcionarias de la Misión de la ONU y de la ARN también aprenden en este proceso de acompañamiento al Comité de Mujeres que ya lleva más de un año de trabajo intenso.

En la foto: Teresa Baratta, funcionaria de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia 

“Nosotras podemos apoyar a las mujeres del Comité con herramientas teóricas y prácticas, pero el motor de la iniciativa son ellas con su anhelo de aprendizaje, su capacidad de reflexionar y resignificar sus experiencias comunes marcadas por el género”, apunta Teresa Baratta, funcionaria de la ONU que ha visto crecer el proceso del comité. “Son mujeres cuya resiliencia es conmovedora, que en el medio de las adversidades se han hecho cargo de proteger a sus familias y a sus hijos. Y que han decidido exigir el reconocimiento de su papel fundamental en la sociedad”.

Yessica Tatiana Castro, además de ser activa en el Comité de Mujeres, es la presidenta del Junta de Acción Comunal de la vereda Vietnam. Con su actitud extrovertida y propositiva, tiene una capacidad de liderazgo natural que cada vez atrae más participantes a las reuniones del Comité.

Yessica Tatiana Castro, integrante del Comité de Mujeres de las veredas de San Francisco, Tamar y Vietnam.

“Hemos venido trabajando y compartiendo las experiencias, las actividades que hemos hecho nos ha servido mucho para fortalecernos como comunidad. Hicimos una actividad donde nos enseñan a quitarnos la pena y esconder los miedos, eso nos ha hecho sentirnos unidas entre nosotras”, dice Yessica mientras carga a su hija en los brazos.

Yessica nació en Barrancabermeja, pero se crió en la vereda Tamar, al otro lado del Río Cimitarra. “A mí me encanta mi vereda, me gusta que acá nos ayudamos. Cuando alguien necesita algo lo hablamos en la Junta de Acción Comunal y solucionamos los problemas, nos apoyamos entre todos, eso no se ve en las ciudades”.

“El problema más grande que tenemos acá es que no hay trabajo. Muchas veces no tenemos que hacer y como ocuparnos, no me gusta que la mujer esté siempre en el hogar, me gustaría que existiera algún proyecto que nos sirviera, a pesar de todo, este país es muy bacano, vivo feliz en mi vereda. Sueño que mi hija pueda estudiar y que sea profesional, darle todo lo que no pude tener yo, quiero que cuando ella cuando esté grande diga que sus papás lucharon por ella”, concluye Yessica con una sonrisa.

El largo proceso organizativo del Comité de mujeres de estas veredas ya ha dado resultados concretos y con el proyecto de porcicultura aprobado, las mujeres podrán trabajar para mejorar sus ingresos. El objetivo será implementar la línea productiva para aumentar su autonomía económica.

Las mujeres, que desde el principio han participado en estos encuentros, trabajan para fortalecer el largo camino de la reconciliación que ha emprendido Colombia desde los territorios.

 

Diego Morales Ojeda
Oficial de Información Pública


Regional Cúcuta 
Misión de Verificación de la ONU en Colombia