Las dueñas de la cancha en Mandé

13 Mar 2019

Las dueñas de la cancha en Mandé

Mientras las jóvenes buscan un apoyo para tener una escuela de fútbol y uniformes, las mayores le apuestan a un comité de género para impulsar el desarrollo de toda la comunidad, en esta población de Urrao, en Antioquia.

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A diario, las jóvenes de Mandé se encuentran en una cancha improvisada en horas de la tarde y juegan un partido. Muchos de ellos son mixtos de hombres y mujeres.

Después de las cuatro de la tarde, cuando el sol no pega tan fuerte en la cabeza, un área abierta de Vásquez Nuevo, principal punto de llegada a Mandé, en Urrao, se convierte en una cancha de fútbol donde las jóvenes y las niñas son las dueñas del balón.

En esta vereda, a cualquier hora, las calles son el escenario para un “picadito” de fútbol, donde muchos niños y niñas se disputan la pelota. Pero desde el año pasado, ellas son las que diariamente encontraron en este espacio un punto, no solo para meter goles y correr de esquina a esquina, si no para conversar, hablar sobre su pueblo e incluso limar asperezas, como cuenta Yoneisy Cuesta Rentería.

“Esto es el centro donde llega toda la gente y las mujeres aquí hacemos torneos, nos divertimos mucho y esto nos apasiona, nos une más, nos ayuda a ser más amigas y tener más confianza, digamos que esto también ayuda a la paz —comenta la joven de 16 años—. Esto es lo que nos nace dentro del corazón. Yo aprendí viendo a mi mamá que juega también bastante y a las de tiempo atrás. Ahí fue que vi cómo era que se pateaba un balón y desde entonces todos los días juego fútbol.”.

La joven relata que durante 2018 contaron en el apoyo de algunos líderes del Consejo Comunitario para tener una escuela de fútbol. Pero este año ha sido difícil porque no hay un entrenador o entrenadora que las apoye. “Los señores Abel y Conino nos ayudaban mucho el año pasado con la escuela de fútbol y aprendimos cosas nuevas. Pero ahora necesitamos ayuda”, añade.

Para Leidy Guarín, el fútbol ha sido una salvación para muchos niños y niñas. “Nos gusta porque es la única diversión que tenemos. No tenemos parque, no tenemos nada y es lo único que podemos hacer nosotros —expresa la joven—. Necesitamos uniformes, zapatos, cosas así para diferenciarnos porque empezamos a jugar y no sabemos cuál es el equipo de unas o de otras”.

Leidy (De camiseta roja) y Yoneisy (de azul) se pelean la pelota en la cancha, pero fuera de ella son amigas. Sueñan con uniformes y guayos para los equipos.

Mientras ellas juegan, los jóvenes y los niños las animan con tambores. Otros les marcan el tiempo para poder agarrar la pelota, mientras que los más adultos continúan en sus actividades cotidianas de las tardes: el dominó, la crianza de los hijos, lavar la ropa en el río, hacer panes y poner música, porque si algo caracteriza a Mandé es la alegría en las tardes, la cual disfrutan a altos decibeles.

“Son buenas, juegan bastante. A veces venimos a animarlas y otras veces a pelearles el balón. El partido acaba cuando todas están cansadas, no hay árbitro y como dicen que quieren mucha paz si la dueña del balón se enoja se joden todas porque se acaba el partido”, dice uno de los niños, espectador del partido y quien con un balde improvisa un tambor para animarlas.

Algunas de las jóvenes son familiares de exguerrilleros de Farc que adelantan su proceso de reincorporación en Mandé, pertenecían al antiguo Frente 34 de esa guerrilla y salieron del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Vidrí, en Vigía del Fuerte que cerró en abril del 2018.

“Nosotros no queremos que digan esta era de Farc o no. Aquí somos una comunidad y el fútbol nos une. Nos gusta recrearnos de esta manera y que nos conozcan por ser muy buenas, fuertes, jugando con todas las ganas”, expresa con entusiasmo Yoneisy.

 

 

 

 

 

 

 

Niñas y adolescentes han encontrado en el fútbol una oportunidad de recreación ante la falta de espacios recreativos en Mandé.

Para los líderes del Consejo Comunitario por la Identidad Cultural de Mandé, del que hacen parte las veredas Vásquez Nuevo, Vásquez Viejo, Barrancón, Brazo Seco, Pacurrichichí, Curbatá, Alto Murrí y Murrí Medio, las complicadas condiciones de acceso y precariedad en los servicios en esta región representan dificultades en las condiciones de vida de las personas, incluyendo a la población joven. “Queremos impulsar un desarrollo en la región y la recreación y el fútbol son muy importantes para los hombres y las mujeres”, dice José Arístides Santos, representante del Consejo Comunitario.

Descalzas o con sandalias, las niñas y jóvenes de Mandé patean el balón. Este es un espacio de reconciliación en esta región ubicada en Antioquia, en la selva limítrofe con Chocó.

Mandé contaba con una Escuela de Fútbol para la Paz con cerca de 80 niños, niñas y adolescentes. La escuela tenía un entrenador proveniente del departamento de Chocó que los entrenaba y era financiado por los padres y representantes que pagaban una cuota de 20.000 pesos colombianos por cada uno.

Lamentablemente, la imposibilidad de cubrir los costos mensuales obligó a suspenderlo. Sin embargo, las jóvenes no han dejado de jugar y sueñan con la oportunidad de llegar algún día a una selección profesional. “Somos las jóvenes de Mandé y queremos jugar fútbol”, dicen en coro al terminar un partido que quedó empatado a 2 goles.

Las mujeres de Mandé quieren promover proyectos que las empoderen y afiancen su arraigo étnico y cultural.

 

El Comité de Las Mujeres 

El liderazgo de las mujeres en Mandé quiere fortalecerse. Mientras las más jóvenes sueñan con estudiar, obtener un título profesional y ser futbolistas, las mayores dicen que quieren una oportunidad distinta para sus hijas y las que vienen en camino, puesto que para ellas ser madres fue una de sus mayores aspiraciones, tal como relata Martha Perea Mosquera, de 24 años, madre de tres hijos y oriunda de la vereda Barrancón.

“Aquí en este río de Mandé la cosa es dura para uno. Tantos niños, porque yo tengo tres y no es fácil sobrevivir aquí y a veces nos toca salir de aquí para otros lados, a rebuscar a ver cómo consigue. Y a la medida que vamos consiguiendo les damos estudio. Yo estudié hasta octavo de bachillerato y me dediqué al hogar y me dio pereza seguir. Encima me tocó desplazarme y con los peladitos es distinta la cosa. Ahora estoy aquí y bueno, quiero trabajar en algo”, expresa la mujer.

Ser madre es un orgullo, dicen las mujeres de Mandé quienes también quieren oportunidades de trabajo que les generen ingresos económicos.

De los 2.000 habitantes, que se estima habitan esta región, más del 60 % son mujeres. Muchas tienen más de tres hijos y otras hasta 10 o más. Ahora, tras el Acuerdo de Paz, algunas de ellas dicen estar motivadas para trabajar por la comunidad.

Fue así como mujeres en proceso de reincorporación y lideresas de la comunidad crearon recientemente un Comité de Mujeres en el Área de Reincorporación de Mandé, con el fin de generar actividades socioeconómicas para fortalecer sus capacidades y participar activamente en el desarrollo de su territorio.

Un total de 30 mujeres se han sumado a la iniciativa, y en su directiva quedaron dos mujeres ex guerrilleras y tres de la comunidad comprometidas en que este espacio sirva para impulsar acciones de desarrollo económico, reconciliación y convivencia.

Las mujeres de Mandé quieren asumir liderazgos para trabajar por el desarrollo socio económico y la convivencia en su comunidad.

“Es importante que las mujeres participen de manera significativa en actividades económicas y políticas incluyendo los espacios directivos y de toma de decisiones donde se incorporen los temas de género y se reflejen las necesidades diferenciadas de las mujeres”, expresó Ana Beatriz González, oficial de terreno de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Representantes del Gobierno colombiano, el Consejo Comunitario de Mandé, Farc y la Misión de Verificación de la ONU acompañaron una jornada en la que se avanzó en la conformación del Comité de Mujeres e identificaron el interés de desarrollar una iniciativa de producción avícola para la comunidad. Las mujeres de Mandé quieren avanzar unidas y como dice Martha Perea: “Vale la pena soñar”.

 

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Elizabeth Yarce
Oficial de Información Pública
Misión de Verificación de la ONU- Medellín