La Esperanza. Donde Viviana comenzó de nuevo

30 Dic 2020

La Esperanza. Donde Viviana comenzó de nuevo


La finca La Esperanza está ubicada en la vereda El Cedrito, municipio de La Montañita, en Caquetá, al sur de Colombia. Está llena de flores multicolores, perros que corretean, gallinas ruidosas, gatos dormilones y mariposas amarillas que revolotean por los rincones.

Allí creció Viviana y vio forjarse a su familia, trabajando el campo y el ganado, como la mayoría de las familias de la región. Pero, a principios de la década de los años dos mil, la familia Rivera Cuellar tuvo que salir desplazada por la violencia que se vivía en esta zona y durante ocho años fue víctima de asesinatos de familiares, persecución y un profundo desarraigo que les cambió la vida.

Después de estos años, cuando estaba a punto de firmarse el Acuerdo de Paz  en La Habana y parecía que la seguridad en la región empezaba a mejorar, Viviana y su familia decidieron regresar a La Esperanza, con la intención de no tener que volver a salir nunca. Pero la tranquilidad les duró poco. A los meses de regresar, se enteraron de que pronto, a unos pocos metros de allí, se iba a instalar la Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) de Agua Bonita, donde cientos de guerrilleros de las FARC-EP empezarían su proceso de reincorporación. Allí se asentaría el antiguo frente 15; el mismo que años atrás la obligó a salir de su tierra y se convirtió en el sinónimo del miedo para ella y su familia.
 

Espacio Territorial de Capacitación y Reintegración (ETCR) de Agua Bonita, Caquetá. Foto por: Misión de Verificación de la ONU en Colombia. 

“Cuando me dijeron que ellos ahora iban a ser vecinos de nuestra casa fue muy duro. Había mucha incertidumbre. Incluso, cuando nos llamaron a una reunión en la vereda para discutir la llegada, nosotros fuimos de los primeros que dijimos que no estábamos de acuerdo, porque no sabíamos con qué intención iban a venir”, recuerda Viviana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Cuando me dijeron que ellos ahora iban a ser vecinos de nuestra casa fue muy duro. Había mucha incertidumbre. Incluso, cuando nos llamaron a una reunión en la vereda para discutir la llegada, nosotros fuimos de los primeros que dijimos que no estábamos de acuerdo, porque no sabíamos con qué intención iban a venir”, recuerda Viviana.
 


Pero la llegada de la ZVTN, como se llamaba en ese tiempo el hoy Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación - Centro Poblado Agua Bonita, era un hecho. Así que Viviana entendió, con el tesón que la caracteriza, que la única forma que tenía para superar la incertidumbre era dar un paso, y se acercó a Agua Bonita, temerosa de reconocer los rostros del pasado y no ser capaz de lidiar con el peso de sus recuerdos.
 

Espacio Territorial de Capacitación y Reintegración (ETCR) de Agua Bonita, Caquetá. Foto por: Misión de Verificación de la ONU en Colombia. 


Pero el compartir, el dialogar y reconocerse como partes de una misma historia, le ayudaron a ir sanando las heridas y le hicieron entender que allí las personas también querían dejar atrás los días de dolor:

“Las primeras veces que nosotros nos reuníamos con estas personas era muy difícil. Era doloroso. Pero fuimos conociéndolas, fuimos hablando y se fue llegando a construir confianza. Fuimos viendo que las personas que estaban allí era porque querían el cambio. Vimos que son trabajadoras, quieren aprender muchas cosas que no saben, están estudiando…”.

A cuatro años del establecimiento de Agua Bonita y de empezar de nuevo, Viviana y su familia han logrado hablar de lo que les sucedió con los excombatientes que viven en el antiguo ETCR y han logrado curarse del pasado. El miedo ha sido transformado en amistad y sueños juntos; incluso, hoy lidera, junto con el Comité de Genero del antiguo ETCR, la formulación de proyectos para mujeres excombatientes y de la comunidad, incluyendo una fábrica de aceites esenciales.

“De hace casi cuatro años a hoy, ahora ellos llegan a mi casa, trabajamos en proyectos juntos. La casa de nosotros se ha vuelto de puertas abiertas para toda la comunidad. Entendimos que no podíamos quedarnos ahí, en el pasado, porque si no este país siempre va a seguir siendo guerra y guerra. El rencor solo sirve para seguir acabando vidas”.

“De hace casi cuatro años a hoy, ahora ellos llegan a mi casa, trabajamos en proyectos juntos. La casa de nosotros se ha vuelto de puertas abiertas para toda la comunidad.

 

 

 

 




Viviana hoy en día cree, como jamás pensó que lo haría, en el Proceso de Paz porque, asegura, ha servido para mejorar su vida y la de su familia. Ha logrado traer más oportunidades a Agua Bonita y las veredas de la zona y a hacer de esta una comunidad fuerte y unida. Pero, sobre todo, le ha enseñado que en el perdón ha encontrado la paz que tanto anheló durante los años difíciles:

“Para mí, el perdón es haber logrado sacar todo el dolor que estaba guardado. Es confiar nuevamente. Yo no olvido, pero ya no siento rabia. Ahora me despierto más tranquila”, dice Viviana mientras acaricia a Lupe, su perrita de orejas despeinadas, que observa juguetona a las mariposas amarillas que, como cuando aparecían en Macondo, aquí también son el augurio del final de los días de incertidumbre y dolor.
 

 

Laura Santamaría Buitrago
Oficial de Información Pública – Oficina Regional Florencia
Misión de Verificación de la ONU en Colombia