Palabras de Carlos Ruiz Massieu, Representante Especial del Secretario General y Jefe de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia ante el Consejo de Seguridad
Palabras de Carlos Ruiz Massieu, Representante Especial del Secretario General y Jefe de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia ante el Consejo de Seguridad
Señor Presidente, Distinguidos Miembros del Consejo,
Agradezco la oportunidad de dirigirme a ustedes una vez más sobre el proceso de paz en Colombia.
Es un honor estar aquí con el Vice-Ministro de Relaciones Exteriores, Mauricio Jaramillo. Y quisiera reiterar mi gratitud al Gobierno de Colombia por su continuo apoyo y colaboración con la Misión de Verificación.
También me complace contar hoy con la presencia del Presidente de la Jurisdicción Especial para la Paz, que se encuentra aquí en la sala, Alejandro Ramelli. Y me complace que él y otros magistrados hayan tenido la oportunidad esta semana de dialogar con los Estados Miembros sobre la labor crucial que desempeña este tribunal.
También celebro la presencia en esta sala de la excanciller María Ángela Holguín, que fue pieza fundamental precisamente en lograr el Acuerdo de Paz al que le damos seguimiento y verificación.
Señor Presidente,
Durante más de seis años, he tenido el privilegio de trabajar estrechamente con colombianos y colombianas profundamente comprometidas con la paz y me gustaría aprovechar esta oportunidad para destacar algunos de los pasos importantes que se han dado para avanzar en esta tarea histórica.
El Acuerdo Final de Paz de 2016 estableció el camino a seguir: una hoja de ruta holística e integral para abordar problemas estructurales profundamente arraigados que han impulsado la violencia en Colombia durante décadas. Durante los primeros años de implementación, se sentaron bases importantes sobre las que se debe seguir construyendo en el futuro. Los más de 13.000 excombatientes de las FARC-EP que dejaron las armas de buena fe comenzaron un camino arduo de reincorporación pacífica en la sociedad. El Consejo ha sido testigo directo, durante sus visitas
a Colombia, de su determinación por establecer medios de vida sostenibles en convivencia con las comunidades que sufrieron durante el conflicto. Garantizar su transición efectiva a la vida civil es fundamental para el éxito del Acuerdo de Paz y de cualquier acuerdo en el futuro; ello exigirá una atención continua a necesidades como la tierra, la vivienda y ciertamente la seguridad.
También se han puesto en marcha inversiones y reformas estatales necesarias en el marco del Acuerdo de Paz para mejorar y transformar las zonas rurales de Colombia, comenzando con el establecimiento de los programas de desarrollo con enfoque territorial (PDET) y continuando más recientemente con avances notables en la expansión del acceso a y la resolución de conflictos relacionados con la tierra.
Adicionalmente, el Acuerdo traza políticas para garantizar una mayor atención a las comunidades afrocolombianas e indígenas, junto con mecanismos para aumentar la participación de las mujeres. Aún queda mucho por hacer en cada caso para convertir los compromisos en realidad.
Es muy importante destacar que las y los colombianos también emprendieron un complejo proceso para afrontar el pasado. La Comisión de la Verdad presentó un informe histórico y formuló recomendaciones; se inició una búsqueda a largo plazo de las personas desaparecidas; y se estableció la Jurisdicción Especial para la Paz, un tribunal innovador para la justicia transicional, que ha dictado autos de acusación históricos y se encuentra hoy al borde de una nueva fase crucial de su labor. Esperamos con interés que pronto dicte sus primeras sanciones, cruciales para brindar reparación a las víctimas y fomentar la reconciliación. La Misión ha estado trabajando con las partes interesadas en el proceso de justicia transicional y está preparada para desempeñar el papel que le ha encomendado este Consejo de supervisar la implementación de las sanciones.
Algunos de los cambios que se están produciendo en Colombia no son estrictamente medibles en la implementación de las disposiciones del Acuerdo. El proceso de paz ha contribuido de manera decisiva a la apertura del espacio político en el país. La ciudadanía colombiana están ejerciendo sus derechos de participación como nunca antes y existe un rechazo generalizado a la violencia política.
A pesar del innegable progreso alcanzado a la fecha, la implementación del Acuerdo sigue enfrentando varios retos importantes que limitan la consolidación de una paz duradera. El principal de ellos es la presencia limitada de las instituciones civiles y militares del Estado en varias regiones del país, donde los dividendos de la paz siguen siendo escasos y la violencia desafortunadamente persiste. Si bien la compleja geografía de Colombia presenta obstáculos, una presencia ampliada y sostenida del Estado sigue siendo esencial y puede lograrse mediante estrategias claras, coordinadas y sólidas. Es precisamente en este vacío de presencia estatal que vemos proliferar grupos armados y prosperar las economías ilícitas, lo que alimenta la violencia y obstaculiza el desarrollo en las zonas afectadas por el conflicto. El Acuerdo proporciona
instrumentos para abordar estos problemas en sus diferentes capítulos y de manera integral. Pero solo acelerando la implementación podremos obtener resultados más rápidos
Señor Presidente, Distinguidos Miembros del Consejo,
Colombia es hoy un país muy distinto al que era en los años previos a la firma del Acuerdo de Paz. Los indicadores de violencia continúan por debajo de los niveles registrados durante el periodo y el punto más álgido del conflicto.
Sin embargo, he sido testigo durante mi tiempo en Colombia de la manera en que el flagelo de la violencia sigue afectando profundamente la vida de comunidades enteras, de excombatientes, y de líderes sociales y políticos. Son ya 474 el número de firmantes del Acuerdo de Paz asesinados desde 2016, tristemente se sumaron cuatro más desde la publicación del informe. Es fundamental redoblar su protección y asegurarse de que estos crímenes no queden en la impunidad. Es fundamental también lograr complementariedad efectiva entre políticas de paz, políticas de seguridad y de combate a las economías ilícitas.
Señor Presidente,
El atentado contra la vida del Senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay el 7 de junio, además de ser un hecho grave y repudiable, generó un fuerte impacto en la sociedad colombiana. El atentado evocó episodios de violencia del pasado en el ámbito político. Subrayó, con mayor urgencia que nunca, el imperativo de sacar la violencia del ejercicio de la política — un objetivo explícito del Acuerdo de Paz. En respuesta a este atentado, la Defensoría del Pueblo, con el acompañamiento de la Conferencia Episcopal de Colombia, y el apoyo de instituciones y representantes de la comunidad internacional, incluyendo a la Misión de Verificación, convocó a los líderes, partidos y movimientos políticos a suscribir una serie de compromisos por un proceso electoral en paz. Confío en la amplia aceptación de este pacto y su estricta implementación. .
Señor Presidente,
Como he resaltado anteriormente, el carácter transformador del Acuerdo de Paz radica en gran parte en la respuesta integral que brinda a los multifacéticos desafíos que enfrentan distintas regiones de Colombia. Es fundamental, por tanto, aprovechar plenamente las oportunidades que el Acuerdo ofrece para el futuro del país y construir sobre los logros alcanzados hasta ahora, dedicando los recursos necesarios y asegurando la coordinación entre todas las entidades responsables. Estos logros son producto de administraciones sucesivas de diverso tinte político, el compromiso inquebrantable de la otra parte firmante, y de la participación amplia de la sociedad civil. Se trata de un legado histórico concebido para el beneficio duradero de toda la nación.
Por lo tanto, a medida que el país entra en un período electoral que podría acentuar las divisiones políticas, reitero el llamado del Secretario General a que los colombianos y colombianas sigan trabajando en el proceso de paz con un espíritu de cooperación.
En los próximos meses, la Jurisdicción Especial para la Paz —el componente judicial del sistema— emitirá sus primeras sanciones propias, marcando un punto de inflexión que pondrá a prueba importantes equilibrios a los que llegaron las partes. Estos reflejan la voluntad de antiguos adversarios de cesar la guerra, su reconocimiento común de la importancia de rendir cuentas por los crímenes más graves, así como de contribuir a la reparación de las víctimas.
Presidente y Miembros del Consejo,
En Colombia conviven diferentes visiones sobre cómo alcanzar la paz. Al mismo tiempo, puedo dar fe de que todos los colombianos aspiran a consolidarla. Es lo que he observado durante los últimos seis años y estoy seguro de que la paz seguirá siendo un tema central en la agenda pública.
Adicionalmente a la implementación del Acuerdo de paz, la búsqueda de la paz ha incluido, en los últimos años, procesos de diálogo con múltiples grupos armados, con el objetivo de poner fin a la violencia o, al menos, reducirla significativamente. Tras la fragmentación de varios de estos grupos, las conversaciones se han transformado, pasando de un enfoque nacional hacia diálogos con alcance más local. Es fundamental que en estas iniciativas existan muestras claras de voluntad de paz por parte de los actores armados involucrados y una orientación hacia generar resultados concretos, en particular beneficios tangibles para las comunidades afectadas por el conflicto.
Señor Presidente,
En su búsqueda de la paz, los colombianos y las colombianas tienen una historia profundamente arraigada de resiliencia y persistencia. A veces, sus esfuerzos no han dado los resultados esperados; otras veces, gracias a la paciencia y la perseverancia, han logrado avances significativos. El Acuerdo de Paz de 2016 es un ejemplo claro de ello. El camino hacia la paz nunca es fácil, ni está libre de obstáculos, pero mantener el rumbo siempre vale la pena.
Me gustaría concluir subrayando el papel fundamental que desempeña la comunidad internacional en el apoyo a los colombianos en su lucha por lograr un futuro mejor. Este apoyo sigue siendo tan importante como siempre para ayudar a mantener el impulso hacia la paz.
Estoy profundamente agradecido al Consejo de Seguridad por su apoyo constante y crucial a Colombia y al trabajo de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas. La unidad del Consejo ha sido fundamental para salvaguardar y promover el Acuerdo de Paz. Estoy convencido de que
el papel de la Misión en fomentar la confianza y promover mayor progreso seguirá siendo igual de importante de cara al futuro.
También extiendo mi más sincero agradecimiento al Gobierno de Colombia y a las antiguas FARC- EP por la confianza que han depositado en la Misión, y mi admiración a la sociedad colombiana en general por recorrer este camino con dignidad, determinación y un profundo compromiso con la paz.
Mi agradecimiento profundo al Secretario General por haberme confiado esta oportunidad, y a todo el personal de la Misión de Verificación por su arduo trabajo e inquebrantable dedicación.
Gracias.
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