Desde el ETCR de Playa Rica, madre e hija construyen una nueva vida
Doña Teresa Agudelo y su hija María Alejandra, ex combatiente de las FARC-EP, se reencuentran después de 16 años gracias al Acuerdo de Paz entre Gobierno y las FARC-EP.
- Monita, ¿tomás tinto? o ¿juguito mejor? Es que siempre es bueno mojar la palabra.
Con esa amabilidad me recibió en su casa Teresa Agudelo, o doña Tere como le dicen en el Espacio Territorial de Reincorporación y Capacitación (ETCR) de Playa Rica en La Macarena, Meta en donde vive desde el año pasado cuando se reencontró con su hija después de 16 años de no saber nada de ella. Doña Teresa, con alegría y nostalgia, cuenta cómo fue el reencuentro con su hija y cómo es su vida ahora que lidera un pequeño taller de confección en el ETCR que espera que sirva como proyecto productivo para las y los excombatientes que hacen su proceso de reincorporación en esta región del país.
-A ver, nosotras duramos 16 años sin vernos. Bueno, 13 seguidos… venga le cuento. Yo durante ese tiempo no sabía de mi hija, nada, nada…absolutamente nada. Y un fin de semana me llamaron y me dijeron: “Usted esté preparada que posiblemente la va a llamar”. Eso fue hace aproximadamente 4 años, cuando estaban los diálogos en la Habana. Yo la verdad, no creía mucho porque ya me habían hecho una recocha antes. Pero un día a las 6:00 pm me llamó una señora que ella mandó y le dijo que le hiciera el favor y me llamara para saber si yo la quería ir a ver…Imagínese, yo le respondí: ¡Por Dios, claro que sí! pero yo necesito que ella me llame, yo necesito hablar con ella, porque ahorita uno no se puede confiar de nada ni de nadie.
A las 11 de la mañana del siguiente día suena el teléfono. Esta vez no era una broma o “recocha”, como dice doña Teresa, era su hija Maria Alejandra quien después de 13 años la llamaba para concertar una cita.
-Yo no le había contado si no a una hermana y a mi mamá, pero ahí, después de la llamada ya le conté a mi papá y él me colaboró con los pasajes para ir a encontrarme con ella. Ella estaba pa’ este lado, por el Guayabero, hasta allá ella bajó.
Entonces ahí nos encontramos, fue muy emocionante yo estaba muy nerviosa no podía creer que estuviera viendo a mi niña después de tanto tiempo, imagínese mi felicidad… después de ese encuentro duramos tres años más sin vernos…hasta el año pasado que con el proceso de paz y la firma del Acuerdo ya se vinieron para el Espacio…ese fue mi regalo de cumpleaños, ella me
llegó a la casa".
Con la paz, a las dos les cambió la vida
Durante las negociaciones en la Habana, las Farc y el gobierno acordaron que en 20 Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y en 6 Puntos Transitorios de Normalización (PTN) se realizaría el proceso de Dejación de Armas y el Monitoreo del Cese al Fuego definitivo. Una vez este proceso culminó, en Julio del año pasado, las zonas se convirtieron en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en donde los ex combatientes hacen su tránsito a la vida civil. La hija de doña Teresa estaría ubicada en el Meta, en el ETCR de la región de La Macarena. Allí, las dos comenzaron una nueva vida juntas.
-Pues la verdad yo dije: “No, pues me voy con ella a acompañarla y a ver dónde queda, donde está”. Ella me dijo: “mami yo quiero que usted se vaya conmigo, aunque sea unos días”. Y yo dije: “¡ah vamos!” Y me vine, y esta es la hora… Ya he ido dos veces a Medellín y me he regresado. De por sí yo me amaño mucho en el campo y acá en el llano, yo duré 14 años viviendo en el llano y después tomé la decisión de devolverme para Medellín porque dije, el día que ella me busqué, en la primera parte que me va a buscar es en Medellín. Allá le quedaba más fácil ubicarme. Ahora desde el año pasado, desde octubre, que estoy acá.
En el proceso de reincorporación a la vida civil, los excombatientes de las Farc tienen diferentes opciones de capacitación. Por medio del programa “Arando la Educación”, pueden validar sus estudios de primaria y bachillerato para que puedan continuar con su formación académica. Además, el SENA ofrece talleres en temas agrícolas, piscicultura, confección textil, entre otros. También, hay un programa de desminado humanitario al cual María Alejandra se vinculó y en estos momentos está en el Caquetá capacitándose. Doña Teresa cuenta orgullosa que además su hija juega muy bien al fútbol.
-Es que imagínese, duramos 16 años sin vernos y no le pude celebrar los 30 porque ese día se la llevaron a jugar microfútbol a La Macarena. Es que es muy buena pa’ eso. Lo vinimos a celebrar luego, como a los 15 días. Y ahorita, pues anda trabajando.
Para ocupar su tiempo en el ETCR, doña Teresa comenzó a coser en unas máquinas que los excombatientes usaban para confeccionar sus uniformes y ropa. “Aquí había unas máquinas que ellos las tenían de antes, unas dos agujas y otra fileteadora, eran con las que ellos hacían sus cosas. Pero también hay otras nuevas que trajimos de Medellín, yo les ayudé a buscarlas”, cuenta Teresa.
Con estas máquinas doña Teresa espera que se establezca un proyecto de confección para las y los excombatientes que quieran aprender el arte de la costura. Sin embargo, requieren apoyo para capacitación y materiales para el montaje del taller. “La idea es que puedan trabajar aquí ellos mismos y la gente del caserío, y pa’lante es p’allá les digo yo. Lo que necesitan ahorita es capacitación… ah y materiales”, cuenta con entusiasmo doña Teresa que como madre de una excombatiente y luego de vivir de cerca el proceso, está comprometida con la paz impulsando iniciativas de reincorporación para quienes se están convirtiendo en su familia.
Nuevos lazos de familia, nuevas opciones de futuro
Durante este tiempo en el que Doña Teresa lleva viviendo en el ETCR, se ha convertido en un apoyo para los demás excombatientes que no tienen a sus familiares cerca y de alguna u otro forma han conformado una familia. “Yo me pongo en el papel de esas mamás que por alguna razón no están aquí con sus hijos, usted mira y aquí todos dicen “vamos donde la paisa, vamos donde Doña Tere” ¿por qué? Porque siempre encuentran como ese apoyo, no sé qué encontrarán en mí… y yo me siento como muy apegada a ellos, mucho, mucho. Entonces hay que seguir adelante con ellos”.
Yo siempre que puedo hablo con la gente, con las organizaciones que vienen y les digo que los apoyen más, que los acompañen más porque como les he dicho a ellos “ustedes aquí, son una bala menos que está haciendo daño, no bajen las manos, sigan luchando muchachos”. Vamos a ver hasta dónde se dan las cosas porque la idea es que ellos vean esas oportunidades.
En ese momento de la conversación con doña Teresa nos interrumpen desde afuera, pues el carro que la llevaría hasta Medellín partía pronto.
-Ay no mija ya me tengo que ir y no he empacado ni un pañuelo! Es que debo ir ahora pa’ Medellín porque tengo un familiar enfermito que me ha estado llamando, pero vuelvo en unos días. Vuelva usted también. Es que yo sí quisiera que la gente de las ciudades se diera cuenta cómo es la vida de estos pelados por acá... si vienen, ¡No se iría nadie!
Por: Daniela Lucía Vargas Moreno
Oficial de Información Pública - Oficina Regional de Villavicencio
Misión de Verificación de la ONU en Colombia