El Doncello: territorio de oportunidades para la paz
En El Doncello, Caquetá, 110 hombres y mujeres firmantes de paz —quienes hace ocho años comenzaron su proceso de reincorporación en La Macarena (Meta) y Miravalle (San Vicente del Caguán)— reconstruyen sus proyectos de vida en este municipio caqueteño, que se consolida como un territorio de paz.

En menos de tres años, El Doncello pasó de tener 16 a 110 firmantes del Acuerdo Final de Paz y se convirtió en sede de dos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación: el ETCR Urías Rondón, en la vereda San José; y ETCR Óscar Mondragón, en la vereda Granada.
Este municipio, —parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) de la subregión Cuenca del Caguán y Piedemonte Caqueteño— fue gravemente afectado por el conflicto armado y hoy es un lugar de puertas abiertas para los proyectos de vida de quienes en algún momento hicieron parte de las hostilidades y hoy siguen comprometidos y comprometidas con el cumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz de 2016.
Así se ha podido evidenciar desde el 17 diciembre de 2021, cuando una comunidad de 49 firmantes de paz y sus familias, que fueron desplazados forzosamente por grupos armados del Espacio de Capacitación y Reincorporación, ETCR Yarí, en la Macarena, Meta, fueron reubicados por el Gobierno en la vereda San José, del municipio de El Doncello, Caquetá.
Casi tres años después, el 20 de agosto del 2024, y tras otro desplazamiento forzado, llegaron a El Doncello 42 firmantes más y sus grupos familiares, procedentes del antiguo ETCR de Miravalle, en San Vicente del Caguán. Estos hombres y mujeres, que también llegaron a buscar refugio y nuevas oportunidades de vida, fueron ubicados en la vereda La Granada, en el predio de Rancho Grande, de este municipio caqueteño.
Así, los firmantes desplazados de la Macarena, Meta, conformaron el ETCR Urías Rondón, en la vereda San José; y los de Miravalle, el ETCR Óscar Mondragón, en la vereda Granada.
Hoy, aunque no exentos de desafíos, estos espacios de reincorporación se proyectan como lugares de reconciliación, paz y vida digna, y el municipio se consolida como referente en los procesos de reincorporación de excombatientes, gracias al trabajo articulado de la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, de las y los firmantes de paz, las comunidades, las autoridades locales, departamentales y nacionales, así como el apoyo de la cooperación internacional.
Vivienda y comunidad en el ETCR Urías Rondón
Edilson Torres, un firmante de paz del ETCR Urías Rondón, y también representante legal de la Cooperativa Multiactiva de Paz del Yarí (CoopazYarí), relata con orgullo cómo han construido una nueva vida en El Doncello destacando el apoyo institucional. “Cuando llegamos, el Alcalde instaló la primera Mesa de Reincorporación, siendo uno de los municipios pioneros. Desde la Alcaldía, los consejos territoriales de paz y otras instituciones nos han brindado apoyo e incluido en el Plan de Desarrollo como un sector más de la población”.
Y aunque al inicio del traslado hubo incertidumbre, el Gobierno les entregó un predio de 70 hectáreas, donde hoy se desarrolla un proyecto de vivienda definitiva liderado por el Ministerio de Vivienda y respaldado por la Agencia Nacional de Tierras (ANT). De las 106 casas previstas, 85 ya han sido certificadas. También se impulsan iniciativas de piscicultura, ganadería, un vivero, y una caseta comunal y otra para eventos.

Según el más reciente informe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, 15 de los 23 ETCR del país ya cuentan con tierra asegurada “lo que supone unas 4.500 hectáreas”. Además, el informe reconoció que, “desde que el Gobierno actual entró en funciones, se han asignado 3.885 hectáreas para la consolidación de los ETCR y 11.143 hectáreas para proyectos productivos”.
Estas cifras son una realidad para Edilson y su comunidad, quienes reanudaron su proceso de reincorporación con dignidad, apostando por un modelo de desarrollo colectivo basado en la producción, la educación, el medio ambiente y la reconciliación.
Uno de los pilares de su trabajo ha sido el fortalecimiento de lazos con las comunidades receptoras, mediante proyectos colectivos y espacios de participación. Esto ha facilitado el acceso a derechos como educación, vivienda y vías en buen estado. Además, Edilson ha sido clave en la creación de FECA, una federación campesina que agrupa a más de 13 Juntas de Acción Comunal para defender el territorio y su riqueza ambiental.
Su liderazgo también ha impulsado agendas territoriales que han canalizado recursos para mejorar escuelas, vías y espacios comunitarios en veredas como La Ceiba, Birmania y San José. “Lo más bonito fue la reconciliación. Más allá de los recursos, es cómo nos hemos reencontrado con la gente”, afirma Edilson.

Hoy, en el ETCR Urías Rondón habitan alrededor de 100 personas, entre firmantes de paz y familiares, muchas de ellas beneficiarias del proyecto de vivienda y de la presencia institucional, que también ha beneficiado a comunidades vecinas. “Seguimos comprometidos con la paz. A pesar de las dificultades, creemos en la vida pacífica, en el diálogo y en trabajar con las comunidades”, concluye.
Desde los llanos del Yarí hasta los senderos del Caquetá, Edilson Torres es hoy un rostro humano de la paz en Colombia, un ejemplo de que la reincorporación sí es posible cuando se construye con voluntad, organización y compromiso comunitario.
ETCR Óscar Mondragón, el nuevo Miravalle
El 17 de agosto de 2024 se completó el traslado voluntario del ETCR Miravalle, desde San Vicente del Caguán al predio Rancho Grande, en El Doncello (Caquetá), debido a amenazas de grupos armados. En este nuevo espacio viven alrededor de 50 firmantes de paz y sus familias, en un predio arrendado por la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz. Paralelamente, el colectivo cuenta con un predio en Balsillas, adquirido por la ANT para proyectos productivos.
Los firmantes llegaron con sus sueños y procesos organizativos, entre ellos el proyecto Remando por la Paz, reconocido por su participación en competencias internacionales de rafting, y diversas iniciativas productivas que promueven ingresos, cohesión social y esperanza.
Una de las más destacadas es CREAPAZ, asociación de mujeres reincorporadas que lidera la producción de café y demuestra que construir paz implica tomar la palabra, liderar y transformar realidades. “Escogimos El Doncello porque sentimos que aquí sí nos abrían la puerta, tanto la Alcaldía como las instituciones y la comunidad. Nos acogieron con respeto, con confianza y nos permitieron seguir soñando en colectivo”, afirma Ángela Patricia.
“Somos 12 mujeres en CREAPAZ. A pesar de todas las dificultades, seguimos trabajando. Trasladamos la maquinaria del café y hemos luchado por encontrar un lugar donde instalarla y reactivar el proyecto”, agrega Mayra Alejandra. “No ha sido fácil, pero seguimos”.

Junto con otros integrantes del colectivo, han iniciado cultivos de tomate y caña, buscando reactivar su molienda para la producción de panela, un proyecto pensado no solo para su beneficio, sino también para incluir a la comunidad campesina que los rodea.
El acceso a la tierra es su mayor reto. Sin un terreno propio, sus proyectos productivos y de vivienda no pueden consolidarse. “Nuestro sueño es tener tierra. Tierra para sembrar, criar a nuestros hijos, trabajar como campesinas que somos”, enfatiza Ángela Patricia.
Para dar solución a esta problemática, la ANT gestionó la adquisición de un nuevo predio en la vereda La Granada (también en El Doncello), que será utilizado para la reubicación definitiva y consolidación del ETCR. En este predio se construirán alrededor de 50 viviendas, en el marco del Convenio 005 de 2024 entre el Ministerio de Vivienda y la ANT.
En medio de obstáculos estructurales, estas mujeres avanzan como protagonistas activas del proceso de paz. “Aquí nos visibilizamos. Antes, en Miravalle, ni siquiera podíamos salir a capacitarnos. Hoy lideramos, opinamos y sentimos que sí hacemos parte de esta sociedad”, agrega Mayra Alejandra. “Aquí estamos, trabajando con esfuerzo propio. Queremos que se cumpla lo pactado y que se nos reconozca como lo que somos: mujeres campesinas, reincorporadas y constructoras de un país distinto”, agregan.
En línea con su clamor, el Informe de la Misión de la ONU destacó “la importante contribución de las cooperativas de mujeres al desarrollo local y la reconciliación —como se ha visto en los departamentos del Caquetá, Cauca y Norte de Santander” y recordó que esto “exige un mayor apoyo a estas iniciativas”.
El compromiso de las instituciones
Para Angelica Ángel, Coordinadora de la ARN en Caquetá “El Doncello ha demostrado que la paz se construye desde los territorios, con voluntad política, compromiso comunitario y acompañamiento institucional. Aquí no solo se habla de reincorporación, se vive”.
Esto se refleja en la implementación del Programa de Reincorporación Integral, una hoja de ruta basada en cuatro líneas estratégicas: social, comunitaria, económica e institucional que ha liderado ARN junto a las instituciones locales. La entidad ha priorizado la reincorporación comunitaria, promoviendo el diálogo social con enfoque restaurativo y campañas como Mirémonos de cerca, que buscan fortalecer el tejido social y superar la estigmatización.
La Alcaldía ha sido clave, apoyando con maquinaria para iniciativas productivas y vinculando a firmantes del Acuerdo a asociaciones y programas agropecuarios. A este esfuerzo se suman organizaciones sociales, colectivos de mujeres y población LGBTIQ+, que dinamizan procesos con enfoque de género y derechos. La Misión de Verificación de la ONU y cooperantes internacionales han acompañado este camino.
Desde la Empresa Social del Estado (E.S.E.) Sor Teresa Adele, encargada de prestar los servicios de Salud, el compromiso con la paz se traduce en acciones concretas para garantizar el derecho a la salud. Según su gerente, John Jairo Jaramillo Paz, se han creado mesas de trabajo con la población reincorporada para identificar necesidades, fortalecer la atención primaria y asegurar presencia médica en espacios como Rancho Grande y San José. “Nuestro deber como instituciones del Estado es garantizar el bienestar de todas las personas, porque solo así se construye una paz verdadera y duradera”, afirma.
Con todos sus desafíos, El Doncello es hoy uno de los municipios con más procesos comunitarios de paz en el Caquetá, y el segundo con mayor número de personas en reincorporación, después de Florencia. Su capacidad de acogida, el compromiso institucional y el liderazgo comunitario han hecho posible la construcción de espacios de reconciliación, participación y desarrollo. En un contexto aún desafiante, El Doncello demuestra que transformar el pasado es posible cuando se dignifica la vida y se materializa el anhelo colectivo de una paz duradera.
Por: Camilo Vargas
Oficial de Información Pública
Misión de Verificación de la ONU en Colombia