Que las balas ya no suenen ni afuera, ni adentro

QUE LAS BALAS YA NO SUENEN NI AFUERA, NI ADENTRO

Al pie de las montañas, donde nace la Serranía de la Macarena, se encuentra la Sede Local La Guajira, del Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificación -compuesto por observadores internacionales de la Misión Política de la ONU, el Gobierno colombiano y FARC-, y apenas a unos cuantos pasos está el centro educativo Río Cafre. Mientras cruzamos los pocos metros que nos separan, vemos cómo un grupo de niños y niñas de entre 5 y 15 años juegan en la cancha improvisada, mientras otros corren alrededor de la profesora; están en la hora de descanso y nuestra llegada con chalecos puestos y cámara en mano les anuncia que algo va a suceder. 

La escuela funciona en una casa color naranja, que contrasta con el verde de la sierra. En este lugar trabaja desde hace 5 años Marleny Orjuela Baquero, la profe que tiene a su cargo la responsabilidad de dictar todas las áreas a los niños y niñas que van a este centro educativo, en todos los niveles de primaria. Marleny ha trabajado en otras escuelas del departamento y nos cuenta cómo, a fuerza de costumbre, tanto ella como sus estudiantes le iban perdiendo el miedo a los constantes enfrentamientos que tuvieron que vivir por muchos años. Nos lo cuenta, porque esto para ella era lo más peligroso… cuando estaban en el salón los niños y niñas “escuchaban la balacera ¡y querían salir a mirar!”

Atajando a unos y otros, al final lograba que todos estuvieran resguardados en el aula, rodeados por sus pupitres, mientras su preocupación era que en medio del combate uno de los bandos entrara y terminaran ella y sus pupilos convertidos en objetivo. Marleny sonríe cuando señala que estos episodios ahora están en el pasado, y que lo más importante es que los uniformes que antes eran símbolo de guerra, ahora están cerca y representan seguridad para ella y los niños y niñas, que ahora conviven con ellos todos los días. 

Nos sentamos a hablar informalmente con Marleny sobre los programas que empiezan a llegar para favorecer la educación en las zonas rurales, nos cuenta sobre el difícil acceso a internet que a veces cubre de su bolsillo, y sobre los cambios que trajo la llegada de computadores. Nos cuenta también que aunque ahora las balas ya no suenan afuera de la escuela, sí siguen presentes en la realidad virtual y/o la imaginación en los juegos de sus alumnos y alumnas. Ella está convencida de que el ejemplo enseña y de que en todos los escenarios se puede y se debe contribuir para construir un país mejor y en paz, por eso les ha pedido a los y las estudiantes de Río Cafre – Sede La Guajira que en sus juegos también hagan un “cese al fuego”.

 

Por Daniela Vargas, Oficial de Información Pública - Regional Villavicencio
Misión de la ONU en Colombia, Agosto de 2017.